Durante décadas, el tradicional happy hour significaba una sola cosa: reunirse con amigos o compañeros de trabajo en un bar conocido, rodeados del tintinear de copas y el bullicio de fondo. Pero la forma en que las personas se conectan alrededor de una bebida está cambiando. Cada vez más, la escena social moderna se desarrolla en lugares más tranquilos, intencionados y llenos de experiencias: bodegas, cervecerías artesanales, sidrerías y destilerías.
Estos espacios han pasado de ser destinos de nicho a convertirse en auténticos centros culturales, lugares donde la gente no solo va a beber, sino a vivir una experiencia. En todo el mundo, la industria de las bebidas artesanales está floreciendo, impulsada por un deseo compartido de autenticidad, narración y comunidad.
Por Linda Amraen, ISHC, Global Director of Hospitality at BARE International Leer más


